Su esposa es enfermera, aunque ahora no ejerce, y ella misma intentaba inútilmente introducirla. No se vieron en los disturbios de la pasada semana en Cuba reclamos de trabajo, escuelas o pan, tampoco pancartas que clamaran por libertad o derechos humanos, aunque tampoco críticas al bloqueo de los Estados Unidos, un dato que conocen y prefieren ignorar. En buena medida esto se debió a que los reclamos de la intelectualidad disidente no responde a las necesidades de las mayorías quienes exigían demandas básicas de mejoras de vida. Tanto por parte de los manifestantes como por los civiles que salieron a enfrentarles se ejerció la violencia, principalmente con piedras y palos.
Otros imaginan que el rechazo al capitalismo ya germina en los cuestionamientos de algunos manifestantes a los privilegios de las “Tiendas Especiales”. En las mismas pantallas y diarios apenas se menciona el asesinato habitual de manifestantes en Colombia, los disparos para cegar jóvenes en Chile o el brutal apaleamiento de los que protestan en Perú. Pero también muchos coincidimos en que no son las únicas. No son “delincuentes” o “marginales” y no corresponde encasillar sus acciones como un mero problema de “seguridad del estado”. Ahora saltan las croquetas y explotan en todos lados, y esa confianza que los acompañó, porque funcionaba a la perfección su aparato-anti-conspiraciones, es la misma que los traiciona y hace que sus fieles verdugos vestidos de civil o militar se olviden que son grabados por cámaras y celulares y demuestren todo su miedo pateando, vejando, disparando a gente indefensa, en su mayoría pacífica, a miembros de presa internacional acreditada en Cuba, a gente que quizá ni siquiera estaba protestando pero que se unieron a los gritos al ser testigos del uso desmedido de la fuerza policial o militar. No confundir la soberbia con la firmeza, ni la prepotencia con la fuerza legítima que se posee. Al tiempo que fuerza a desembarcar pesados lastres, incluidos cuadros políticos y estatales incapaces de afrontar los nuevos tiempos.
Ahora, con la cara quemada por todas estas imágenes recorriendo el mundo por primera vez, se vuelven locos y salen ellos también gritando, pero sin tiempo para ponerse sus habituales máscaras. La croqueta se fríe en aceite hirviendo, explota sin que el régimen tenga tiempo de medir la temperatura, tal como exigían a la gente que debían cocinarlas, midiendo la temperatura. Bueno, a mi sobrino todavía le duele la uretra, pero resolvió y está vivo y sin el dolor que lo consumía. Estuve allí como dos horas acompañándolo y no podían subirlo al salón porque las sondas que había no le entraban por la uretra, de lo gruesas que eran.
Las protestas callejeras son datos cotidianos de América Latina que no sorprenden a ningún analista. Y duras también son las condiciones en que trabaja nuestro personal sanitario. Si son 100 personas o 1000 personas, es demasiado para ellos, habrá disparos, gas pimienta, palizas y detenciones en las mismas condiciones… Es doloroso lo que pasa nuestro pueblo en materia de salud, sin medicamentos ni medios diagnósticos, ni condiciones decentes en los hospitales. Pero a los cuatro días, debido al incremento de los casos de covid19, ‘por orden superior’ había que descongestionar los hospitales y lo mandaron para la casa a terminar el tratamiento, que allí le proporcionaron. En estos casos, ellos también realizan colaboraciones con marcas y emprendimientos afines al contenido que comparten y al público que les sigue. Aun desconociendo el contenido y el alcance que pueden tener las autocríticas, el solo hecho de reconocer su pertinencia es trascendental y puede colocar al liderazgo nacional y a las instituciones asociadas al poder, incluidos el estado, el gobierno y Partido y a las organizaciones sociales que quieren representar a la sociedad civil y ser “correas de transmisión”, en el camino correcto.
La medida es importante no solo por su contenido sino porque responde a un reclamo de cubanos y cubanas de dentro y fuera de la Isla. Alguno señaló que no le interesaba tener razón, sino “promover ideas y mover el pensamiento”. ” y Raúl Castro advirtiera que “Cambiamos o nos hundimos” y de que, en 2011 el VI Congreso del Partido convirtiera algunas de sus ideas para impulsar la reforma en directivas, increíblemente engavetadas. Un encuentro así, plural, incluso con participación de cubanos honestos y patriotas que viven fuera, sin prisas ni apremios, vinculante, sin agenda ni jerarquías y con exclusión de loas, consignas o evocaciones históricas; solo con ideas y propuestas, pudiera ser un comienzo. Fidel fue el artífice principal de esa odisea, que debiera ser más conocida y divulgada en estos tiempos de riesgos y oportunidades semejantes… Hemos pensado en Fidel porque nadie como él sabía convertir los reveses, las múltiples derrotas, en nuevos caminos, en victorias.
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